· La alteración de nuestros hábitos durante el verano y el cambio de la dieta pueden derivar en algunas patologías digestivas que pueden provocar indigestiones, reflujo, estreñimiento y malestar abdominal
· Las comidas copiosas, aguantar las ganas de ir al servicio, las siestas y el ejercicio justo después de comer pueden alterar la salud de nuestro aparato digestivo
El Hospital Universitario de Torrejón avisa de las consecuencias gastrointestinales que pueden derivar de los hábitos vacacionales durante el verano. “El cambio de rutinas y de hábitos alimentarios durante el período vacacional pueden alterar la salud de nuestro aparato digestivo, causando patologías como estreñimiento y reflujo gastro-esofágico”, explica Manuel Van Domselaar, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del centro.
“Son las patologías digestivas más comunes que surgen o empeoran durante el verano, pero existen muchas otras”, advierte el doctor. Entre los motivos que pueden provocar una proliferación de este tipo problemas digestivos, Van Domselaar recalca dos: “Las reuniones con familiares y amigos son más frecuentes durante el verano y, si algo tienen en común, es que no falta la comida. Las comidas copiosas pueden provocar indigestión, con el consiguiente malestar abdominal. Si, además, inmediatamente después de una comida copiosa nos tumbamos o nos echamos una siesta, corremos el riesgo de presentar reflujo o regurgitación”.
Las consecuencias para nuestro aparato digestivo pueden ser todavía peores si se añaden a la ecuación alimentos ricos en grasas y alcohol, ya que pueden agravar estos cuadros. Además de limitar su consumo, el doctor recomienda “fraccionar la ingesta de alimentos en pequeñas cantidades varias veces al día, evitar hacer ejercicios intensos durante la hora siguiente a la comida, llevar una dieta rica en frutas y verduras, una adecuada ingesta de líquidos y ejercicio físico moderado de manera regular”. “Otro punto a destacar es que cuando se perciban ganas de ir al servicio no se pospongan, cosa que sucede frecuentemente estando de viaje o fuera de nuestro ámbito habitual”, añade.
Muchas veces se intenta compensar una comida copiosa con una alta actividad deportiva con la que quemar los excesos, pero Manuel Van Domselaar señala que puede ser contraproducente si no se realiza con precaución: “En caso de realizar una actividad física, es recomendable no haber ingerido grandes cantidades de alimentos durante la hora previa. Al finalizar, tampoco se sugiere comer hasta que hayan pasado unos 45 minutos”. “Esto es importante, ya que el flujo sanguíneo desviado hacia los músculos debe poder redirigirse al aparato digestivo para facilitar la digestión de los alimentos”, concluye.