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    Especialistas del Hospital Universitario de Torrejón aseguran que más del 50% de los pacientes COVID-19 críticos sufren delirium y debilidad muscular

    • El equipo de Medicina Intensiva y de Neurología señalan como síntomas la confusión mental, alucinaciones, distorsión de la realidad, desorientación, pérdida de memoria y debilidad muscular que puede llevar a la tetraplejia temporal 
    • En los casos de pacientes hospitalizados que no requieren UCI, el servicio de Neurología apunta a síntomas habituales desde encefalitis con convulsiones y tetraparesia hasta dolores fuertes de cabeza resistentes a los analgésicos habituales, junto con la pérdida del olfato y el gusto.
    • Superada la enfermedad, las alteraciones cognitivas aparecen hasta en un 75% de los pacientes y las psiquiátricas (ansiedad, depresión, estrés) hasta en un 65%.

    Más del 50% de los pacientes COVID críticos sufren delirium y debilidad muscular, que en algunos casos puede ser extrema y provocar una tetraplejia temporal. Así lo explican los especialistas de Medicina Intensiva y Neurología del Hospital Universitario de Torrejón que más directamente tratan a estos pacientes, sobre todo en los casos de ingresos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). La Dra Mari Cruz Martín, jefa de este servicio en el Hospital Universitario de Torrejón, gestionado por el grupo Ribera, asegura que estas alteraciones neurológicas “son muy frecuentes en pacientes con determinadas características como casos graves, con sepsis y ventilación mecánica prolongada, entre otras”. El delirium, explica la doctora Martín, “es una alteración de la conciencia caracterizada por la inatención, acompañada de alteraciones cognitivas, de la percepción o de ambas, que se desarrollan en un corto periodo de tiempo y de manera fluctuante”. En concreto, señala, “los pacientes pueden estar muy agitados o hipoactivos, tienen alucinaciones e incluso muestran una distorsión de la realidad”. 

    Desde el punto de vista del servicio de Neurología, los especialistas han observado que un 20% de pacientes presenta síntomas neurológicos al debut de la enfermedad. Los más comunes pueden ser confusión mental, la desorientación y la apatía. La Dra Marta González, jefa del Servicio de Neurología en el Hospital de Torrejón señala que “con mucha frecuencia, los pacientes presentan cefaleas resistentes a los analgésicos habituales, pérdida del olfato (anosmia) y alteración del sentido del gusto (disgeusia)”.

    Otros síntomas graves que se pueden destacar se relacionan con la inflamación del cerebro o de los nervios periféricos, que puedan desencadenar encefalitis con convulsiones o tetraparesia. Menos habituales parecen las neuropatías oculomotoras o las polineuropatías sensitivas, aunque se han detectado casos, como ha señalado la Dra González

    En los pacientes ingresados en UCI, especialmente en aquellos con ventilación mecánica y con estancias más largas, la Dra Martín, asegura que “pueden presentar problemas cognitivos como falta de memoria y de atención, y problemas emocionales como depresión, ansiedad, estrés y síndrome de estrés postraumático”, efectos que como la disfunción física respiratoria y motora coinciden con el síndrome postUCI. 

    Pero superada la enfermedad ¿qué porcentaje de pacientes conviven durante un tiempo con este tipo de efectos neurológicos? La Dra Martín asegura que “es alto y también variable. Las alteraciones cognitivas aparecen hasta en un 75% de los pacientes y las psiquiátricas (ansiedad, depresión, estrés postraumático) hasta en un 65%”, explica. “Aunque todavía la experiencia es corta en el seguimiento de pacientes COVID, los efectos postUCI en otros pacientes críticos persisten en un 10% de los casos a los 6 e incluso 12 meses”, añade.

    Para los especialistas, la prevención y la rehabilitación posterior son clave para una buena y rápida recuperación de estos pacientes. “Tanto para la prevención del delirium como para la debilidad muscular adquirida en UCI existen prácticas que han demostrado su efectividad, como intentar ajustar al máximo los sedantes, controlar el dolor, intentar desconectar de forma diaria a los pacientes de la ventilación mecánica o la rehabilitación temprana y el acompañamiento de la familia”, asegura la Dra Martín. Añade, además, que “es importante tanto la rehabilitación física y respiratoria como la rehabilitación cognitiva y el soporte emocional. La orientación temporal y espacial, la posibilidad de comunicarse y ofrecer herramientas de comunicación orientativa y alternativa, la presencia de la familia, el soporte psicológico y la arquitectura humanizada pueden prevenir muchas manifestaciones neurológicas”. 

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